Hace cuatro años escribía una entrada que titulaba "la formación universitaria de los maestros". En ella opinaba que la formación inicial del magisterio estaba apartada de la realidad escolar. Recientemente se dirigieron a mi, una colega de la web educación 3.0., que había leido esta entrada, y me preguntaba si me reafirmaba en estas opiniones. Y sí, sigo pensando lo mismo. Junto a mis comentarios se publican las opiniones de otros colegas que vienen a coincidir con mis razonamientos. Puedes leer en este enlace las tres entrevistas.
Por cierto, parece que el mundo universitario se está planteando volver el magisterio a una carrera de tres años...
Por cierto, parece que el mundo universitario se está planteando volver el magisterio a una carrera de tres años...
Os traslado aqui mis respuestas:
1. Como formador de opositores y como profesor que acoge alumnos
universitarios en prácticas, y cómo no, desde mi propia docencia, los
futuros maestros suelen recibir una formación que suele ser
excesivamente academicista y alejada del perfil, de la capacitación o de
las competencias profesionales que se requieren de un docente.
2. Por su parte, las escuelas necesitan personas con un carácter y
de una personalidad especial para el desempeño de esta función, no todos
valemos para ello y tampoco se aprende en la universidad, se tiene o
no se tiene. La enseñanza requiere una formación didáctica muy completa,
especialmente en las áreas instrumentales, y de eso suelen saber mucho
los maestros, los que han trabajado con niños, los que han experimentado
con alumnos de edades escolares. En la mayoría de las ocasiones nos
encontramos con docentes universitarios que jamás han pisado una
escuela… ¿Cómo pueden trasmitir algo desde un ámbito tan alejado de la
realidad escolar?
3. La docencia en Primaria precisa de personas que conozcan y dominen
el currículo y la didáctica de las áreas instrumentales. También deben
ser especialistas en determinadas materias, como educación física,
idioma o música, y dudo mucho que puedan recibir esta formación en estas
áreas tan especializadas según los planes actuales que se derivan del
Plan Bolonia. Si con el plan de estudios anterior, donde un futuro
maestro especialista estaba tres años cursando unas materias troncales
relacionadas con su especialidad, no se lograba una adecuada formación,
no creo que ahora se consiga a través de una formación generalista y una
acreditación. Me temo que volveremos al tópico del “maestro liendre de
todo sabe y de nada entiende”.
Analizándolo desde la óptica del oficio. Si a un albañil le enseñamos
de forma teórica a poner ladrillos es posible que sea un desastre
cuando tenga que construir una pared. Tendrá que aprender desde la base:
cómo se hace la mezcla, como se nivela el ladrillo… Ya me imagino que
estarán pensando, para eso está el practicum. En dos o tres meses poco
pueden aprender los futuros maestros. En la universidad se necesitan
albañiles… no sólo científicos del cemento o investigadores del
ladrillo. Concluyo diciendo que una formación adecuada del futuro
maestro debe tener como referente la realidad escolar y las competencias
profesionales que ésta requiere.
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