¡Vaya!, ¡cómo pasa el tiempo!, ¡quince años!...
Hace quince años llegaba un joven maestro de Educación Física a esta pequeña localidad cercana a Jaén. Se había marchado de otro pueblo (Castellar) con añoranza y le costaba iniciar una nueva etapa en Pegalajar.
Al principio fueron momentos difíciles, mis hijas eran pequeñas y me costaba cada día un par de horas repartirlas con sus abuelos y recogerlas a la vuelta. Pero a medida que las niñas se iban haciendo mayores y la dependencia era menor la cosa iba cambiando favorablemente. Además, poco a poco iba adaptándome a la idiosincrasia de la gente de este pueblo. Tanto es así, que ahora, cuando me marcho, vuelvo a sentir mucha añoranza y una gran tristeza.
No me marcho porque no estuviera cómodo y a gusto, muy al contrario, lo que ocurre es que ahora una nueva niña me reclama. Ya los abuelos no pueden llevarla al cole y tengo que estar cerca de ella.
En estos momentos de despedida he querido dedicar unas palabras de agradecimiento.
Gracias Pegalajar. Gracias por haber confiado en mi para educar a vuestros hijos, por disfrutar de tu maravilloso entorno natural y etnológico (cuevas, Charca...), por poder observar en invierno la nieve en las montañas, por oler el aroma de las flores en la primavera, ...
Gracias a todos mis compañeros, actuales y pasados. Gracias por haber compartido vuestras vidas, por haberme soportado, por el respeto que siempre me habéis mostrado, por los buenos momentos pasados,...
Y sobre todo, gracias niños y niñas, todos los que habéis sido mis alumnos. Con vosotros he enseñado y he aprendido, he madurado y he crecido, he llorado y he reído, he soñado y he vivido,...
Gracias niños por dejarme enseñaros, por vuestra confianza, por la atención que siempre me habéis prestado, por el interés con el que habéis trabajado, por aguantar mis gritos, por reíros de mis chascarrillos, por ser parte de vuestras vidas, y por tantas y tantas cosas que durante estos años hemos vivido...
Gracias a todos y hasta siempre, porque siempre estaremos unidos...