Cuando se diseñan sesiones de
Educación Física es muy frecuente observar como se otorga un tiempo de duración
a las actividades que se programan en la misma. En principio, se puede
considerar que con ello se tiene en cuenta los principios fisiológicos del
entrenamiento así como los principios metodológicos asociados a ellos
(progresión, sobrecarga, eficacia,…)
En
la escuela, desde mi punto de vista, creo que es un error medir los tiempos de
las actividades que vamos a realizar por varias razones.
En
primer lugar no actuamos de entrenadores, sino de maestros. Si bien pueden
existir coincidencias entre ambos roles, también es cierto que existen muchas
diferencias. El objetivo no es el rendimiento o el éxito deportivo sino una
formación integral de la persona.
Por
otra parte, dos horas de actividad física semanal no repercute sustancialmente
en la mejora de la condición física de nuestros alumnos, sino que serán las
actividades físicas que realice en horario extraescolar las que realmente le
proporcione dicha mejora. Entonces, difícilmente en la escuela o en el
instituto se puede planificar una continuidad y una progresión en los
esfuerzos.