Con la llegada de la LOGSE (1990) el currículo se transforma, de un carácter eminentemente cerrado, en donde las administraciones educativas detallan cuáles son las enseñanzas que deben recibir los alumnos, se pasa a un currículo más flexible, ahora se plantean unos elementos curriculares más abiertos para que sean adaptados a las necesidades de los niños y las circunstancias que envuelven su entorno. Este planteamiento sigue vigente con la LOE (2006). Si bien un currículo cerrado tenía grandes limitaciones, uno abierto también las ha manifestado.
El legislador interpretó que el docente disponía de una preparación técnica suficiente como para abordar los aspectos de diseño y programación curricular que conllevaba un modelo curricular abierto. Sin embargo y tras haber discurrido dos décadas la realidad nos ha mostrado una visión muy distinta. La elaboración de los proyectos curriculares y de las programaciones de aula se han convertido en un mero trámite burocrático para muchos y en un verdadero calvario para otros. Por ello una gran mayoría optó por copiar los diseños que proporcionaban las editoriales, es decir, se pasó de un currículo cerrado elaborado por la administración educativa a otro igualmente de cerrado confeccionado por las editoriales.