Con la llegada de la LOGSE (1990) el currículo se transforma, de un carácter eminentemente cerrado, en donde las administraciones educativas detallan cuáles son las enseñanzas que deben recibir los alumnos, se pasa a un currículo más flexible, ahora se plantean unos elementos curriculares más abiertos para que sean adaptados a las necesidades de los niños y las circunstancias que envuelven su entorno. Este planteamiento sigue vigente con la LOE (2006). Si bien un currículo cerrado tenía grandes limitaciones, uno abierto también las ha manifestado.
El legislador interpretó que el docente disponía de una preparación técnica suficiente como para abordar los aspectos de diseño y programación curricular que conllevaba un modelo curricular abierto. Sin embargo y tras haber discurrido dos décadas la realidad nos ha mostrado una visión muy distinta. La elaboración de los proyectos curriculares y de las programaciones de aula se han convertido en un mero trámite burocrático para muchos y en un verdadero calvario para otros. Por ello una gran mayoría optó por copiar los diseños que proporcionaban las editoriales, es decir, se pasó de un currículo cerrado elaborado por la administración educativa a otro igualmente de cerrado confeccionado por las editoriales.
Con el paso del tiempo estos documentos se han ido tiñendo de color ocre en los armarios de los centros, apenas si se han ido modificando cuando seguro que las características del entorno y de sus alumnos han ido variando.
No obstante, en la mayoría de las áreas curriculares de Primaria, el apoyo de las guías didácticas y la buena práctica docente basada en la experiencia de años de clases han ido salvando estos obstáculos. El profesorado sabía lo que tenía que enseñar, aunque desconocía los objetivos, contenidos y criterios de evaluación que marcan las normas legales.
Antes, en las programaciones por objetivos parecía que se tenía muy claro cómo realizar una programación, se diferenciaban claramente el nivel de concreción de los mismos: generales, específicos, operativos. Ahora se formulan objetivos de toda clase, especialmente prima la ambigüedad, pero es que con las competencias básicas el “follón” es mucho mayor, así que seguiremos empolvando más documentos y la práctica será muy distinta de lo que dictan los “papeles”.
En el área de Educación Física, que por sus propias características no suele tener un soporte en el libro de texto, la confusión y el desorden ha imperado en muchos casos. Porque parece ser que todo vale para lograr los objetivos, en la actualidad sería mejor decir, todo vale para lograr desarrollar las competencias básicas de nuestros alumnos.
De esta forma resulta muy complicado ver a dos profesores de Educación Física plantear una programación similar, diseñar un número de unidades didácticas parecidas sabiendo que el número de horas lectivas anuales son las mismas, pero en donde las diferencias se acentúan más es en los centros de interés de donde parten esas unidades. En nuestra área realmente podemos observar currículos realmente abiertos, aunque no sé si por ello son eficaces.
Aunque los bloques de contenidos siguen siendo los mismos, los contenidos del área se han ido multiplicando: el esquema corporal, las habilidades y destrezas motrices, las cualidades físicas básicas, la expresión corporal (con bailes y danzas de todo tipo, el teatro, el mimo, el uso de canciones infantiles, los ejercicios de respiración y relación tras una sesión de baile, …), las actividades físicas en el medio natural (creamos a un niño experto en supervivencia, utilizando la piragua, lanzándose en tirolina, encendiendo un fuego con dos palos, tirando con el arco, orientándose en un mapa,…), la actividad física saludable (les enseñamos a alimentarse, a asearse, a controlar sus pulsaciones, a evitar las drogas, a realizar un plan de autoentrenamiento, a relajarse, a conocer su organismo…), pero en el bloque de juegos y deportes es donde los contenidos se diversifican más, no sólo en función de los tipos de juegos a utilizar (cooperativos, competitivos, interculturales, predeportivos, populares, tradicionales, autóctonos, alternativos, con uso de material de reciclaje…) sino en la gran variedad de deportes que se pueden desarrollar, ya queda feo utilizar los tradicionales (balonmano, baloncesto, voley, fútbol…), ahora enseñamos lucha, acrosport, floorball, indiaca, béisbol, pinfovote, bádminton, patinaje, Korfball…).
Con tanta novedad de contenidos el material igualmente se ha ido diversificando, pero además si no disponemos de ellos lo fabricamos y si es posible con material de desecho. Y para apuntalar más el área, por si fuera poco, vamos a utilizar las nuevas tecnologías y si es posible que los alumnos lean, calculen, dibujen, hablen en inglés, aprendan por sí mismos y sean buenas personas consigo mismo y con los demás, mejor.
Demasiado contenido para tampoco tiempo, diría yo.
Tanta variedad de contenidos y recursos se nos presenta como ideal para desarrollar nuestra área de una forma muy motivadora para los alumnos y como un medio privilegiado para desarrollar los aprendizajes y hacerles competentes, y aunque soy de los que se van a puntando a todas estas novedades y trato de estar “al día”, me pregunto si no estaremos degenerando el área y cayendo en la desorientación. Realmente no lo sé, no dispongo de datos estadísticos para contrastar y comparar los procesos de enseñanza y aprendizaje de cada uno de los docentes que impartimos esta área. De momento, parece ser que todo vale, así lo compruebo en las unidades didácticas que se publican en distintos medios de divulgación.
Sirva esta reflexión personal para que los lectores os plantéis estas mismas interrogantes, porque al menos podremos replantearnos nuestra práctica docente. Sólo así podremos intentar ir mejorando poco a poco.
Ya está bien de ejercer de cobayas para los tecnólogos de la educación!! La enseñanza se ha de simplificar, no podemos interferir en lo que es realmente importante, los procesos de aprendizaje.
Juan Carlos Muñoz Díaz
Editorial nº 5 de la Revista Digital de Educación Física "EmásF"
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