Estamos
inmersos en periodo de evaluaciones. Si antes, en junio, sólo se evaluaba a los
alumnos, es decir se valoraba el proceso de aprendizaje, ahora la
administración educativa está poniendo en tela de juicio otros aspectos de
nuestro sistema educativa a través de distintas pruebas: de diagnóstico (en 4º
de EPO y 2º de ESO) o escala (2º de primaria).
La
finalidad de las mismas se centra en diagnosticar cuál es nivel de aprendizaje de
los alumnos en función de su realidad y respecto a otros contextos educativos.
Pero ello está dando lugar a que se analicen muchos otros aspectos:
El proceso
de aprendizaje de cada alumno: si sólo se evaluara ésto las
pruebas serían auténticamente inútiles. Acaso el proceso de evaluación continua
que se viene realizando no aporta información suficiente para realizar esta
valoración. El que tiene dificultades en su vida escolar suele ser el que
obtiene puntuaciones más bajas en estas pruebas de diagnóstico.
Los libros
de texto: los profesores cuando conocen los iítems de que constan las pruebas y
qué tipo de cuestiones plantean, se da cuenta inmediatamente de que difieren
mucho de las que ellos suelen aplicar.
"Son
distintas de las que vienen en los libros de texto", suelen decir...
Entonces,
¿quién falla?, ¿las editoriales?, ¿los que elaboran las pruebas?... Resulta
contradictorio cuando es la administración educativa la que se encarga de
validar y homologar los libros de texto. ¿Cómo pueden ser válidos los tipos de
actividades que plantean las 3-4 editoriales que copan la distribución de
libros de texto en los centros andaluces cuando las cuestiones que se plantean
a los alumnos y que forman parte de las pruebas de evaluación de diagnóstico
son muy diferentes? Y en ese sentido se muestran muchos colegas cuando dicen
que los niños no están acostumbrados a realizar este tipo de actividades.
El proceso de enseñanza: es sin
duda uno de los aspectos que se miden, si no que se lo digan a los maestros
tutores que se encargan de aplicar estas pruebas a sus alumnos. Se sienten
evaluados. Y aunque todos sabemos que el aprendizaje del niño está condicionado
por la intervención de todos los docentes que ha tenido hasta el momento, eso a
ellos no les vale, porque saben que al final a ellos van a ser a los que se les
va a pedir cuentas.
Por tanto,
ante esta situación, un mes o dos antes, empiezan a preparar esta
"selectividad", se olvidan de los libros, cogen las pruebas de años
anteriores y dedican la mayor parte del tiempo al "entrenamiento" de
los niños para la realización de las pruebas. Y en estos momentos no existen
temas transversales, ni educación en valores, ni escuela: espacio de paz, ni
coeducación, ni otras enseñanzas que distraigan a los alumnos de la instrucción,
de saber leer y escribir y de aplicar las reglas matemáticas.
Hasta el
momento la administración educativa había valorado sólo las competencias que
podían evaluarse de un modo más o menos objetivo: la lingüística, la matemática
y la conocimiento e interacción con el medio, es decir las que el niño
tiene que estudiar. Este año se incorporaba la competencia social y ciudadana y
tenía gran interés por ver cómo se valoraba algo tan subjetivo con parámetros
cuantificables.
La verdad,
una vez vista las cuestiones que se le planteaban a los niños empiezo a pensar
que las competencias que afecten a lo social y a lo afectivo deben tener un
libro de texto propio y dejarnos de perder el tiempo en buscar situaciones para
ponerlas en práctica. Porque ser competente en el ámbito social y ciudadano es
cuestión de que el niño sepa cómo se realiza la higiene personal, no importa si
la practica o no habitualmente en su vida cotidiana. Por ahí iban las ítems que
les presentaron a los niños.
Ya veo que
al final tendremos que volver a los objetivos operativos, sólo lo que se puede
observar es evaluable. Entonces para que "leche" nos dicen que
nuestro sistema educativo está inspirado en planteamientos constructivistas y
cognitivistas. ¿A quién le importa los procesos cognitivos y afectivos?
En fin,
como siempre suele pasar, es fácil decirle a los demás lo que hay que hacer y
cómo deben hacerlo, pero otra cosa muy distinta es predicar con el ejemplo. Y
es que una cosa es la realidad y otra la educación-ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario