sábado, 17 de abril de 2010

UN FARO CON ESCASA LUZ

De nuevo el profesor Miguel Ángel Santos Guerra, en su blog el adarve, nos ilumina con la luz, que según él, le falta a nuestras universidades y a algunos de sus profesores. ¿Cada palo que aguante su vela!

El poeta y escritor inglés John Edward Masefield, fallecido en 1967, escribió hace ya muchos años, creo que fue en 1942, un texto sobre la Universidad que me gusta recordar y que quiero compartir contigo, querido lector, que has tenido la amabilidad de dedicarme estos minutos. Dice así:

“Existen pocas cosas terrenales más bellas que una Universidad.

Es un lugar donde aquellos que odian la ignorancia pueden esforzarse por saber, donde aquellos que perciben la verdad pueden esforzarse en que otros la vean, donde los buscadores y estudiosos, asociados en la búsqueda del conocimiento, honrarán el pensamiento en todas sus más delicadas formas, acogerán a los pensadores en peligro o el exilio, defenderán siempre la dignidad del pensamiento y del aprendizaje y exigirán valores morales a las cosas.

Ellos dan a los jóvenes esa íntima camaradería que los jóvenes anhelan, y esa oportunidad de discusión infinita sobre temas que son infinitos, sin los cuales la juventud parecería una pérdida de tiempo.

Existen pocas cosas más perdurables que una Universidad”.



Hermoso texto. Aunque creo que entre lo que dice y la realidad, media hoy una gran distancia. Me preocupa comparar lo que debería ser y lo que cada día es la Universidad. Pienso que debería ser un faro que orientase en la noche de esta cultura neoliberal que nos invade, en la niebla de esta sociedad llena de tantas informaciones adulteradas por intereses comerciales, políticos y religiosos. Debería ser, pienso, el faro que permitiese orientarse en noches de tormenta, en días de escasa visibilidad, como los de hoy.

Me temo que ese hipotético faro tenga hoy escasa luz. Y que ni siquiera esté bien orientado hacia la sociedad. En parte porque se han instalado en la Universidad algunas rutinas que afectan al entramado de una perversa micropolítica (selección endogámica, políticas pervertidas de evaluación, acomodación al funcionariado, intrigas mezquinas, escaso o nulo control democrático, cicatera financiación, masificación del alumnado, ensimismamiento…), en parte porque los profesionales que trabajamos en ella estamos poco preocupados por superar el individualismo, la mediocridad, la rutina, la comodidad y la obsesión por la meritocrática…

El llamado Plan Bolonia, que pretendía ser una ocasión de transformación metodológica, de homogeneización con otras Universidades europeas y de racionalización del currículo, se está convirtiendo en un trampa ya que se pretende hacer los cambios con coste cero. Es decir que se está queriendo fabricar toneladas de nieve frita. ¿Cómo mejorar la calidad didáctica si no se reduce el número de alumnos por aula? ¿Cómo mejorar la calidad de la enseñanza si no se cuenta con el número necesario de profesores y profesoras? ¿Cómo mejorar el trabajo sin presupuestos que permitan disponer de los medios y espacios necesarios? ¿Cómo hacer mejor la tarea docente sin mejorar en algo al menos la capacitación pedagógica del profesorado?

La obsesión meritocrática aleja de las preocupaciones por mejorar la docencia ya que no se evalúa ni se tiene en cuenta la valoración que de ella hacen los alumnos y alumnas. Sin embargo, los mecanismos para evaluar la investigación son cada día más rigurosos y exigentes. De ahí que, con ese modo de proceder, se esté castigando la docencia.

Desde mi punto de vista la falta de preparación didáctica del profesorado es nuestra lacra más importante. He definido, no sin sarcasmo, la enseñanza universitaria como un proceso mediante el cual lo que está escrito en los papeles de los profesores pasa a los papeles de los alumnos sin pasar por la cabeza de ninguno de los dos.

Sé que hay profesores y profesoras extraordinarios. Auténticos maestros. Mi respeto y mi admiración para ellos. Sobre estos magníficos profesionales escribió Ken Bain un hermoso libro titulado “Lo que hacen los mejores profesores universitarios”. Pero sé también que la mayoría tenemos muchas cosas que mejorar.

Otro pilar de la buena enseñanza y del buen aprendizaje es la calidad del trabajo del alumnado. No habrá buena enseñanza si no hay buenos aprendices. Si lo que les importa es aprobar al menor costo, si la obsesión es conseguir la mejor calificación con el menor esfuerzo, será muy difícil que exista calidad en la enseñanza universitaria.

Hace unos años comencé la clase pidiendo a mis alumnos y alumnas que expresaran en unas cuartillas cómo les defraudaría yo como profesor. Les dije que estudiaría sus demandas y que las discutiría con ellos. Podría muy bien suceder, les dije, que no quisiese satisfacer algunas de sus expectativas. Por ejemplo, si me pidiesen que no hubiese exigencia, que diese igual saber que no saber con tal de aprobar, que diese igual esforzarse que no, que se lo diese todo hecho… Y yo les escribí a ellos cómo me defraudarían como alumnos y alumnas. Les decía que me defraudarían si les viese más obsesionados por la calificación que por el aprendizaje, si les viese competir en lugar de ayudarse, si les viese desinteresados por saber, si no aportasen lo que ellos sabían, si no fuesen trabajadores y exigentes, si no se atrevieran a hacer preguntas, si se entregasen a la ley del mínimo esfuerzo, si hicieran trampas para aprobar.

Uno de ellos levantó la mano para decir que cuando había plazas de profesores en el Facultad se miraba el expediente y no la ilusión, la bondad o el esfuerzo. Estuve de acuerdo y les propuse hacer una comisión mixta en la que estuvieran ellos y yo para responder a esta pregunta: ¿Cómo nos defrauda el sistema a los dos? Así lo hicimos y así lo escribimos. Es muy importante que profesores y alumnos trabajemos como aliados y no como enemigos. En el fondo (y en la superficie) a los dos nos preocupa un fin común que es el aprendizaje. Y la mejora de la sociedad a través de la formación de ciudadanos inteligentes, críticos y comprometidos con los valores de una sociedad democrática.

2 comentarios:

Juan Carlos Muñoz Díaz dijo...

Transcribo aquí el comentario que le he realizado al profesor Santos Guerra en su blog.

"De nuevo Miguel Ángel nos ilumina con la luz, que según él, le falta a la universidad, a ciertos profesores y a muchos alumnos.

Si bien coincido en muchos planteamientos de su argumentación, no obstante quisiera hacerle algunas precisiones desde mi humilde opinión.

En cuanto a la universidad como institución. Realmente los intereses políticos lo abarcan todo, hasta la selección de los dirigentes de esta noble institución. Pero quejarse de falta de medios y recursos cuando nunca la universidad ha tenido los presupuestos que tienen en la actualidad y cuando miramos para abajo en el sistema educativo y vemos en qué condiciones se trabajan en algunas escuelas me parece, al menos, una justificación simplista.

En cuanto al profesorado y su capacitación profesional para impartir docencia. Efectivamente una cosa es la preparación o formación intelectual del profesor y otra muy distinta la capacitación para transmitir, conectar y formar a los alumnos. No siempre el profesorado está dotado de ambas caracterísiticas. Lamentablemente una gran cantidad del profesorado universitario anda perdido en la investigación, unos para ampliar su curriculum (meritocracia) y otros con ánimo de descubrir cosas nuevas. Si el investigador es además un buen docente, el sistema educativo se está viendo limitado en desarrollar todo su potencial. Si el investigador es de los que pasan de la docencia, mejor que se quede ahí, investigando.

La investigación, esa es otra cuestión, hoy en día se investiga todo, hasta lo más trivial o absurdo. Quizás algunos recursos dedicados a este tipo de investigaciones se podrían destinar a mejorar los reucrsos para impartir la docencia.

En cuanto a los alumnos. Sí Miguel Ángel, a los maestros también nos gusta tener buenos alumnos, alumnos motivados e interesados por su formación y el aprendizaje, pero esa no es la ralidad, vosotros también la sufris y os quejais, pero sin embargo a los maestros se nos pide que realicemos un plan de refuerzos o de apoyos, hay que intentar sacar el máximo de nuestros alumnos. ¿Y en la universidad qué? Pues en base al mismo argumento, vosotros también debeis tratar de motivar a vuestros alumnos e intentar sacar el máximo provecho posible. Lanzar balones fuera es algo propio de los docentes, independientemente del nivel educativo al que pertenezcan.

Quizás, ahora que la universidad está reformándose con el Plan Bolonia, habría que replantearse los planes de estudios, por ejemplo en el magisterio, en donde no sé en qué se está perdiendo el tiempo, cuando se observa a un alumno que termina la carrera y no dispone de instrumentos para enfrentarse a la realidad escolar. Por cierto realidad muy distinta de la que le muestra en la universidad.

Cordialmente".

Anónimo dijo...

Si, probablemente lo sea